sábado, 25 de octubre de 2008

Demasiada luna


Se acarició su cálido pecho. Siguió con su pupila cada uno de esos “movimientos sensuales”.Había llegado a la conclusión de que ya nada sentía (no se sorprendió)
Estaba entregada a ese abismo. Ni siquiera podía absorber el roce de sus yemas paseando por su piel. Todavía pensaba en salvarse.
Los hombres la marchitaban.Ya no creía en sus carnes.
Decidió no someterse más a aquellos no-placeres. Ese sería su último naufragio.
Contempló ciegamente su desnudez. Sabía que el espejo era impreciso. Eso la tranquilizó. Su figura era demasiado humana.
La calle estaba adormecida aún. Abrió la puerta y salió. Empezó a caminar. Estaba decidida. A lo lejos se escuchaban unos ladridos. “La palabra desapareció”, pensó sin conmoverse. Continuó su andar soñoliento. Tenía frío. Sus tripas comenzaron a tiritar. Se sentía perdida (desde hace tiempo) pero sabía bien donde quería llegar.
Demasiada luna.
Todavía sentía que su cuerpo era suyo. Las manos le respondían. Su olor cada vez se agitaba más. Caminaba. Parecía hipnotizada. Empezó a correr. Debía llegar. El viento la arrastró. Temblaba. En la cima de su sombra miró hacia el precipicio. Sintió un dulce mareo. Sus lágrimas eran testigo. Pensó en su muerte. Un placer acarició su vientre. Se sintió excitada. Recordó su piel, su femineidad. Sonrió. Se abalanzó hacia el extremo. Saltó.
El vacío la penetró tiernamente.
Nunca experimentó un orgasmo así.

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