jueves, 14 de mayo de 2009

Espejo humano


Ni siquiera levantó la vista. Aquellos pies que se acercaban también hablaban. Le decían que estaban sucios desde hacía demasiado tiempo. Frenaron justo donde comenzaban los suyos. Una mano se dirigió a su rostro y levantó de apoco su pera. Ella lo dejó mover sus yemas. Estaban frente a frente.
Se miraron sin mirada. De pronto, su cara se transformó. Pudo ver su reflejo en las pupilas de aquel hombre. ERA ELLA. Tal como se recordaba. Como en aquel tiempo. Tal vez él le habló. Quizás era alguien que en algún momento fue parte de su vida. Pero ahora...qué importaba. Ella se había visto. Existía. Tenía un cuerpo... Sonrió.
Se dio vuelta y empezó a caminar. El hombre la siguió, la agarró bruscamente del brazo y la giró para que lo mirase, para que se diera cuenta de quién era. Ella observó que estaba desesperado, movía sus labios rápidamente, gritaba, pero no lo podía entender. Sabía que hablaba su mismo idioma. Podía reconocer algunas palabras, pero no comprendía lo qué él intentaba decir. Quería que se fuera. La estaba molestando. Tomó impulso y le escupió la mejilla. Ya estaba cansada de esa situación. Quería disfrutar. Existía, tenía un cuerpo.
Empezó a caminar nuevamente. Él decidió ir tras ella. Se sentía herido. Caminaron durante horas. Uno detrás de otro. Sin tiempo. Sin rumbo.
Llegó la noche. Como siempre. La noche. “Su” noche. Se tiró en la baldosa de una calle cualquiera. Estaba cansada de tanto caminar, pero no se daba cuenta. Sonreía. Se sentía ¿feliz? Puede ser.
“Era una persona”. Había visto su pelo largo. Lo tenía largo. Largo. Su pelo... se durmió dejando entre ver sus dientes.
Él estaba despierto. Mirándola de pie.
¡No lo había reconocido!
Era ella. Con sus ojos negros. Con su pelo largo. Ella... ¡No lo había reconocido! Pensó que tal vez estaba diferente, quizás se había convertido en otro. Permaneció toda la noche sin quitarle los ojos de su cuerpo. Cuando empezó a amanecer se decidió y se acercó hacia ella. Aprovechó que estába dormida y la besó. La abrazó. Ella despertó rápidamente. Sintió el calor de una piel ajena. Sonrió. Se sentía confundida. “Tanto calor”. “Las pieles”. “Soy una mujer". “Una mujer”. “Mi pelo largo. Largo. Como antes”.
Él comenzó a acariciarla. A besarle los brazos.
Ella se dejó tocar, como si nunca nadie lo hubiera hecho. Se abandonó a esas suaves manos. A esos labios que la recorrían. Era una mujer. Tenía piel. Tenía un cuerpo.

Él volvió a mirarla. Sonrío. Lo había reconocido. ¡Era él!. ¡Era él! Pensó sin entender nada.

4 comentarios:

Nuria K. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carolina dijo...

Waw, impresionante!!!

claudio dijo...

me gusta la idea de que ella se reconozca en la mirada de él. my bueno.

Nuria K. dijo...

Carolina, Claudio, gracias por sus comentarios! Saludos.