martes, 16 de diciembre de 2008

Penélope


Tejía de día y destejía de noche. Como Penélope. Hacía veinte años que a su marido se lo habían llevado. Sabía que la espera sería eterna. Intuía que tal vez no volvería, pero aún así, no podía dejar de mirar la puerta, con la ilusión de escuchar el sonido de las llaves en su cerradura. Tejía de día y destejía de noche.

Todavía podía escuchar los disparos de las balas que pasaban cerca de él mientras corría a toda velocidad. Esa imagen se repetía en sus sueños. Era su secreto. Nunca lo había contado ni siquiera a su mujer. No quería indagar en su pasado. Temía descubrir quién había sido; quién era en realidad.

Tejía de día y destejía de noche. Le resultaba imposible evitar esa sensación de sentir que él aún estaba vivo. Muchas veces le habían dicho que se iba a volver loca. Ella aseguraba que cuando terminara el tapiz, dejaría de esperarlo.

Tenía su vida construída. Dos hijos y una mujer. La amenaza de un pasado incierto no tenía sentido. Sin embargo, no podía dejar de pensar. Sus sueños eran ahora quienes lo perseguían.

¿Y si realmente se estaba volviendo loca? ¿Si sus sensaciones constituían la negación de una realidad demasiado dolorosa? ¿Acaso la vida tenía otro sentido que su espera? ¿Acaso todas las personas no viven esperando que algo les suceda?

Cuántos anuncios de búsqueda de personas había leído en el diario o visto en la televisión. Nunca apareció su foto, ni su nombre. Por eso creía que no debía haber sido una buena persona. Alguien a quien nadie quiere encontrar, alguien a quien nadie espera.

Dormía cada vez menos horas. Se despertaba nerviosa. Tomaba las agujas de tejer y comenzaba su ritual. Esa semana le empezaron a temblar las manos.

¿Y si estaba equivocado? ¿Si tenía otra familia que lo amaba, que lo buscó durante años sin que él se enterara? No; en ese caso debería sentirlo. Uno no olvida porque sí. La mente obedece a causas. Tal vez había sido un criminal, un ladrón, un asesino. Prefería no saberlo. Debía dejar de pensar.

Se empezó a sentir mal. Transpiraba. Las manos no dejaban de temblarle. No podía dejar de tejer. Miraba la puerta. Sus manos. La puerta. Una lágrima se escapó lentamente de su ojo. Luego otra, y otra, y otra…

El día que se despertó en aquella calle olvidada, estaba vestido con jean azul y una remera roja. En el bolsillo del pantalón tenía un juego de llaves. Nunca lo había tirado. Lo tenía bien guardado. Sabía precisamente dónde estaba.

Muchos de sus amigos habían desaparecido. A ella no le gustaba esa terminología. Se enojaba. Sabía bien que no habían “desaparecido”. Ella estaba convencida de que él era fuerte e inteligente. Estaba segura de que se había escapado. En cualquier momento escucharía el ruido de sus llaves. Más lágrimas cayeron de sus ojos. Sus manos temblorosas apretaban fuerte las agujas, que no dejaban de moverse y de construir un paisaje con hilo de lana.

Cuanto más lo deseaba, menos podía dejar de pensar. Estaba muy nervioso. No conseguía silenciar esa voz interna que no paraba de hablarle. Buscó sus llaves. Estaban ahí, guardadas en el mismo lugar que las había dejado hacía dieciocho años. Salió a la calle y empezó a correr. No sabía hacia dónde se dirigían sus pies, pero le era imposible parar.

Su espera había llegado a su fin. El tapiz estaba casi terminado. Sabía que moriría en cualquier momento. Dejó las agujas.

Bajó del ascensor y sacó las llaves que tenía en el bolsillo. No dudó en cual de ellas poner en la cerradura. Se quedó perplejo. La llave giró y su mano abrió la puerta.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bueno!!!!

Anónimo dijo...

Que bueno penelope, se lo tenes q mandar a abuelas y madres e plaza de mayo, en serio te digo...
Me puso la piel de gallina, y eso q soy de boca.
Que bueno mamu, te felicito.

Lic. Adriana Paoletta dijo...

Ay Nuri, es escalofriante... Que interesante mirada sobre los desaparecidos.
Te felicito por tu escritura!!!!
Unn abrazo de luz para todos
adri

muchproducciones dijo...

VOS ESCRIBIS ESTO??? ME SORPRENDISTE.. BUENISIMO.

Nuria K. dijo...

Lau, qué bueno que te haya gustado y sorprendido. Doble mérito. Gracias por el comentario. Nuri

Nuria K. dijo...

Adri: gracias por tu comentario. Un abrazo para vos también. Nuri

Anónimo dijo...

Me impresionó tu relato. Qué bien escribís!!!Leí un comentario tuyo en "Divagaciones y otras fobias". Muy buen blog!